Vándalos en Ibiza cuando el Imperio Romano se desvaneció.

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Historia de Ibiza - 6ª parte: La época oscura tras Roma
Por Emily Kaufman
Al caer Roma, se extinguieron las últimas ascuas de la Antigüedad Clásica. A medida que se iba debilitando el Imperio, sus territorios periféricos fueron invadidos por bárbaros que avanzaban desde el norte y el este. A pesar de los esfuerzos desesperados de Roma por mantener el control, sus dominios occidentales – España y Baleares incluidas – se perdieron a lo largo del siglo V. El vacío de poder resultante se evidenciaba en las Pitiusas con el abandono de villas y asentamientos al retirarse los oligarcas, soldados, funcionarios y personal asistente procedentes de Roma. Un testimonio del éxodo existe en Can Blai, en Formentera, donde un castellum (un tipo de fortificación romana) fue desalojado antes de ser acabado. Se desconoce exactamente cuando los romanos dejaron Ibiza, pero podemos sacar una idea general observando el desenlace de hechos en la península, donde las tribus germánicas – destacados entre ellas los vándalos y los visigodos – recorrían Hispania con ímpetu, quebrantando la hegemonía romana.

Los vándalos, tras ser expulsados por los hunos de su última morada, cruzaron los Pirineos en el año 409 en pos de nuevos territorios. A medida que se desplazaban de lugar en lugar, saqueaban y despojaban, atacando incluso a las Islas Baleares en el año 425. Sus rivales, los visigodos, los perseguían, obligándoles a huir de tierras hispanas y atravesar el estrecho de Gibraltar. Al hacerse con el Norte de África, los vándalos lograron implantar su reino con la capital en Cartago. Desde allí se lanzaban en razia para conquistar las islas mediterráneas de Sicilia, Cerdeña, Córcega, Malta y Baleares. Ibiza fue capturada en el año 455, cuatro meses después de su infame saqueo de Roma. 

La ocupación vándala duró tan sólo 80 años, y sin embargo, desde el punto de vista histórico, contribuyó en su medida a la singular secuencia cultural que define Ibiza. La relevancia de las invasiones bárbaras reside en que marcaron el final de la antigüedad clásica y el comienzo de la Europa medieval. Por un lado, los invasores socavaron la civilización romana; por otro, facilitaron su continuidad al imitar y traspasar elementos claves de la cultura romana, así perpetuando el legado latino. El idioma, el sistema legal, la religión y las semillas del feudalismo son algunos de los constructos romanos transmitidos por las tribus germánicas. Los vándalos, por su parte, a pesar de arrastrar muy mala fama durante siglos, han sido recientemente rehabilitados gracias a nuevas evidencias arqueológicas. En la actualidad, se les reconoce el mérito de haber impulsado una actividad económica con altos volúmenes de producción y exportación. Ibiza, siendo parte de su reinado, funcionó como puerto de rigor en las redes comerciales que vinculaban el Norte de África con el mediterráneo occidental. Pero, a pesar de esta actividad portuaria, los asentamientos pitiusos abandonados en tiempos romanos permanecían vacíos.    


El periodo vándalo, sin embargo, no pasó desapercibido del todo. La Controversia Arriana, una de las disputas religiosas más rencorosas de la Antigüedad Tardía, hizo que Ibiza entrara efímeramente en las crónicas. Los vándalos, a través de su contacto con el mundo romano, se habían convertido al cristianismo. Pertenecían a la secta de los arrianos, que seguían las enseñanzas de Arrio. La otra rama principal del cristianismo en esa época era la de los Trinitarios Nicenos, que se adherían al dogma establecido en el Concilio de Nicea en el año 325.  La diferencia entre las dos doctrinas era tan abstrusa que resultó incomprensible para la gran mayoría de fieles de ambos bandos. Dicho muy simplistamente: Los arrianos veneraban a Jesús como el Hijo de Dios pero no creían que era de la misma sustancia que Dios. Los Trinitarios alegaban que Jesús y Dios eran de la misma sustancia y por lo tanto coeternos. Interesantemente, el emperador Constantino (272-337), que había legalizado el cristianismo, fue bautizado en su lecho de muerte por un obispo arriano. A consecuencia, el Imperio Romano Oriental, basado en Constantinopla, se inclinaba hacia el arrianismo durante varias décadas, mientras que el Imperio Occidental, basado en Roma, siempre fue acérrimamente trinitario (de ahí la expresión católico romano). 

Mientras tanto, en el Norte de África, los vándalos se atrincheraban en el arrianismo, persiguiendo a los católicos, confiscando la propiedad de la Iglesia y exiliando a los obispos recalcitrantes. En un desafío audaz, Hunerico, el rey vándalo, convocó a cientos de obispos de todo su reino para discutir los pros y los contras del arrianismo versus el catolicismo. Aquel año era el 483 y, entre los prelados que viajaban al sínodo figuraba un tal Ofelio, el obispo católico de Ibiza. Al terminar el debate, los obispos baleares presentes se negaron a renunciar a su fe católica y fueron martirizados en el acto. Esta agresión fue una violación descarada de un pacto acordado ocho años antes entre el emperador bizantino Zenón y el rey vándalo Genserico. El pacto estipulaba que los dominios vándalos se respetarían siempre que se dejaba en paz a los católicos que los habitaban. La provocación vándala fue pasada por alto, pero no fue olvidada.

Cincuenta años más tarde, el emperador Justiniano I ascendió al trono en Bizancio (la rama oriental que sobrevivía del Imperio Romano). Este católico férvido emprendió a reconquistar los dominios occidentales del Imperio y restablecer lo que él consideraba la fe verdadera. En el año 534, su ejército derrotó a los vándalos en el Norte de África y, el año siguiente, tomó Baleares junto con el resto de las islas vándalas. Ibiza se incorporó pues al Imperio Bizantino, pero pocos cambios se detectan en el modo de vida. Un leve repunte demográfico y económico pueden deducirse por el hecho de que las viviendas abandonadas fueron reconstruidas sobre las ruinas y nuevos asentamientos surgieron. Parece ser que la cría de ganado adquirió más importancia que la agricultura y en la alfarería hubo un aumento importante con énfasis en los motivos cristianos. Costa y Fernández (autores de la guía del Museo Arqueológico de Ibiza) describen la cerámica Ibicenca de este periodo como ricamente decorada con dibujos incisos y pintados.


La isla estuvo dotada con su propio obispado y, sin duda, un pequeño cuerpo de funcionarios. Más allá de eso, nos podemos imaginar que la vida era ardua y frugal… Un hilo raído en el telar medieval. Finalmente, el periodo bizantino se esfumó. Nadie sabe exactamente cuándo. Costa y Fernández nos informan que: «Los testimonios arqueológicos acaban en el siglo VII; los siguientes siglos hasta la conquista islámica en el año 902 se desconocen por completo». En el ínterin, la población simplemente vivía, aparentemente sin gobierno, sin impuestos y sin guerra. En la próxima edición exploraremos la revitalización de cultura que llegó a Ibiza con los andalusíes.

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